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Durante abril, la actividad en EE. UU. continuó moderándose, pese al adelanto de compras y envíos en anticipación a la aplicación de aranceles recíprocos; al respecto, su postergación a julio deberá mantener parcialmente este ímpetu en los consumidores, pero el hecho de que los bienes chinos hayan sido excluidos de la postergación mitigará este efecto.
Asimismo, la enorme incertidumbre que la guerra comercial estadounidense ha desatado se mantendrá hasta que la nueva estructura arancelaria en aquel país haya quedado definida, impactando las decisiones de inversión, contratación, producción, consumo, etc. Es precisamente este factor, la incertidumbre, la que explica la debilidad reciente en algunos sectores de la economía estadounidense y el mundo. No obstante, los datos de empleo de abril mostraron una resiliencia notable, evidenciando un contagio muy modesto. Por otro lado, las señales de contención por parte de D. Trump en lo concerniente a aranceles no son despreciables, como atestiguan la propia pausa de aranceles recíprocos y el retiro de los gravámenes a teléfonos inteligentes producidos en China; podríamos estar en la antesala de un urgente acercamiento entre estos dos países.