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Durante marzo, los datos de actividad en EE. UU. fueron en general, inferiores a las expectativas. Se aprecia una tendencia de desaceleración pese al adelanto de pedidos y envíos en bienes duraderos en anticipación de los aranceles que finalmente serán implementados en aquel país tras el anuncio del 2 de abril. El factor principal ha sido el consumo doméstico, que en términos reales no presenta crecimiento desde diciembre. Los indicadores de sentimiento y confianza en EE. UU. muestran caídas que podrían amenazar al resto de los datos duros tras el endurecimiento de su política comercial. Con la salvedad de México y Canadá, las acciones concretas fueron más negativas de lo estimado, y existe el riesgo de represalias que terminen de alterar el orden comercial vigente.
En contraste con EE. UU., el resto del mundo presenta una sorpresiva aceleración, incluyendo China, la Eurozona y Japón; sin embargo, el tamaño de los aranceles impuestos a estos países y la importancia del consumidor estadounidense (sumado a posibles represalias) amenaza con detener este avance. En esencia, aunque parte de la incertidumbre arancelaria se ha disipado, lo que ayudará a reordenar las decisiones de los agentes económicos, los impulsos estanflacionarios que generan estas medidas provocarán importantes revisiones al crecimiento y la inflación internacional.