INVESTMENTS
INVESTMENTS
La jubilación se ha convertido en un tema recurrente en directorios empresariales, conversaciones familiares y debates públicos. Sin embargo, suele abordarse de manera general, sin considerar las realidades particulares que enfrentan mujeres y hombres. En el caso de las mujeres, el retiro representa un desafío distinto, condicionado por factores económicos, sociales y culturales que complejizan aún más su camino hacia una vejez financieramente segura.
De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en México la diferencia salarial promedio entre hombres y mujeres es de 16.2% en perjuicio de ellas. Este desbalance no solo limita su capacidad inmediata de ahorro, sino que también impacta de forma indirecta en el nivel salarial con el que cotizan a la seguridad social. En otras palabras, desde su primer ingreso laboral las mujeres parten con una desventaja estructural que repercute en la acumulación de recursos para su futuro.
La maternidad y, en gran medida, la asignación cultural del rol de cuidadoras recae mayoritariamente en las mujeres. Esto se traduce en interrupciones laborales más frecuentes, periodos sin cotización y, en consecuencia, un menor número de semanas reconocidas en la seguridad social. Según la legislación aplicable, esta situación puede dificultar el acceso a una pensión o reducir de manera considerable el monto a recibir.
Un tercer factor decisivo es la longevidad. Las mujeres, en promedio, viven más que los hombres, lo que implica la necesidad de sostenerse durante más años con ahorros que ya de por sí tienden a ser reducidos. En México, la esperanza de vida femenina ha mostrado un crecimiento sostenido:
Este aumento constituye una buena noticia en términos sociales, pero representa un reto financiero significativo al combinarse con las desigualdades estructurales previas.
A lo anterior se suma un gasto adicional conocido como “impuesto rosa”: el sobreprecio en productos de consumo dirigidos al mercado femenino, así como en artículos de higiene y salud vinculados a la maternidad. Estos costos acumulados reducen aún más la capacidad de ahorro de las mujeres a lo largo de su vida.
La convergencia de estos cuatro factores —brecha salarial, menor cotización, mayor longevidad e impuesto rosa— pone a las mujeres en una posición más vulnerable frente a la jubilación. Sin embargo, este escenario no es inmutable.
Contar con asesoría especializada y diseñar una planeación financiera con perspectiva de género puede marcar una diferencia significativa. Estrategias como el ahorro voluntario, la inversión temprana, el acceso a seguros y una mejor comprensión de los beneficios de la seguridad social son herramientas clave para enfrentar este reto.
La jubilación femenina debe ser concebida con una visión integral y de largo plazo. Solo así será posible garantizar que las mujeres, después de toda una vida de trabajo formal e informal, alcancen la seguridad económica que merecen en su vejez.
Este panorama también evidencia una oportunidad para que el sector privado asuma un rol activo en la construcción de soluciones. Las compañías tienen la responsabilidad de ofrecer alternativas financieras que reconozcan las distintas realidades de las personas, en particular aquellas que enfrentan mayores barreras para su jubilación. En SURA Investments, entendemos que acompañar a los clientes en la toma de decisiones es tan relevante como proveer herramientas concretas: asesoría especializada, productos diseñados y diferenciados que se ajustan a cada contexto.