Asesoría en Inversiones

El cobre: la importancia del metal rojo en la historia de la humanidad

Publicado el 19 febrero 2021

Duración: 6 min de lectura

El cobre es uno de los metales favoritos de las industrias por sus múltiples propiedades, lo que lo convierte en el tercero más consumido en el mundo. Como puede reciclarse y utilizarse una y otra vez, sin perder ninguna de sus propiedades, se le considera fundamental para la economía circular y sostenible. El cobre fue uno de los primeros metales en ser utilizados por el hombre. Su uso se remonta a los orígenes de la civilización, hace unos diez mil años, y el objeto de cobre más antiguo encontrado hasta ahora data del año 8,700 A.C., en el norte del actual territorio de Irak. Su importancia en la historia es tal, que el período de la prehistoria posterior al Neolítico (Nueva Edad de la Piedra) se denomina La Edad del Cobre, también conocida como Calcolítico. Cuando el hombre fue capaz de fundir este mineral, de aprender a moldearlo y manipularlo, descubrió que tenía entre sus manos un metal dúctil y con una resistencia hasta entonces desconocida, con el cual empezó a fabricar herramientas y ornamentos. La mayor parte del cobre utilizado en la historia ha sido en aleaciones, como por ejemplo con el estaño, para obtener el bronce. Esta aleación es tan importante, que a la Edad del Cobre le siguió, justamente, la Edad del Bronce, allá por el año 3,000 A.C.

El cobre ha sido usado, desde entonces, de diversas formas, como en los sistemas de plomería de las pirámides de Egipto, o para los escudos, las joyas y la cerámica del Imperio Romano. En el Perú, los mochicas refinaron cobre de carbonatos hace 2,400 años. En la actualidad, encontramos el cobre prácticamente en todos lados: está en nuestras casas, oficinas, en los vehículos en que nos movilizamos, en las computadoras, televisores y demás artefactos eléctricos; es decir, forma parte de casi todo lo que nos rodea. Posee tal cantidad de propiedades, que lo convierten en uno de los metales favoritos en la industria, y sus múltiples aplicaciones lo convierten en el tercer metal más consumido en el mundo, después del hierro y del aluminio. Es fácil de trabajar, se estira, se moldea y se forma fácilmente, es un muy buen conductor térmico y eléctrico, es resistente a la corrosión, es un metal naturalmente higiénico que ralentiza el crecimiento de bacterias, se puede unir fácilmente mediante soldadura, no es magnético ni chispeante, y se puede combinar fácilmente con otros metales para hacer aleaciones.

La vida del cobre es infinita y no tiene una fase final, ya que, una vez extraído de la mina, puede reciclarse una y otra vez sin perder ninguna de sus propiedades. De hecho, se estima que el 40% de la demanda mundial se cubre con cobre reciclado. El cobre es, pues, un material sostenible que resulta fundamental para la economía circular. En estos momentos, en que, como planeta enfrentamos enormes retos climáticos y energéticos, que hacen evidente la necesidad de ir hacia un modelo más ecológico y sostenible, el cobre puede jugar un rol crítico para la transición energética, impulsando los sistemas de energías renovables y las tecnologías verdes, pensando en una minería responsable y con rutas de reciclaje consolidadas. Los sistemas de energías renovables utilizan hasta doce veces más cobre que los sistemas de energía convencionales, y son más eficientes, además de disminuir dramáticamente las emisiones de carbono.

Se estima que el consumo de cobre se incrementará en más de 40% para el 2035, y mucho de este aumento vendrá de las tecnologías verdes, como las energías solar y eólica, y por los vehículos eléctricos. Para el año 2040, se calcula que el 60% de los vehículos que circularán en el mundo serán eléctricos, los cuales requieren de cobre para sus baterías, cables, motores y estructuras para cargarlos.

Según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos, en el 2019 se produjeron 20 millones de toneladas métricas de cobre en todo el mundo, y nuestro país ocupó el segundo lugar en el ranking con 2,4 millones de toneladas métricas, siendo sólo superado por las 5,6 millones producidas por Chile. El fenomenal crecimiento de 97% en nuestra producción entre el 2008 y el 2019 se explica por minas de clase mundial como Cerro Verde, Antamina, Las Bambas, Toquepala y Cuajone. Sin embargo, debido a la pandemia, veremos una caída muy significativa en los números del 2020. China, que es el mayor comprador y consumidor de cobre del mundo, es, también, el tercer mayor productor del mineral con 1,6 millones de toneladas en el 2019. República Democrática del Congo y Estados Unidos, con 1.3 millones de toneladas cada uno, completan la lista de los principales países productores del metal.

Los dos tipos de yacimientos de cobre más importantes son los de pórfido y las rocas sedimentarias. Los yacimientos de cobre de pórfido suelen ser de baja ley, pero se pueden trabajar a gran escala, a bajo costo. Normalmente contiene entre un 0,4% y un 1% de cobre, junto con cantidades menores de otros metales, como molibdeno, oro y plata. Las rocas sedimentarias que contienen cobre representan cerca de la cuarta parte de los yacimientos de cobre identificados en el mundo. En cuanto a los tipos de mineral de cobre, encontramos dos distintos: el mineral de sulfuro y el mineral de óxido. La fuente más común de mineral de cobre es el mineral de sulfuro calcopirita, que representa aproximadamente la mitad de la producción.

Los contratos de futuros del cobre se negocian en el New York Mercantile Exchange (NYMEX) a través de la división Commodity Exchange (COMEX) y en el London Metal Exchange (LME). Cada contrato en el COMEX representa 25,000 libras de cobre, y en el LME representa 25 toneladas del mineral. Los inversionistas tienen también la opción de comprar directamente las acciones de las empresas productoras del metal, o algún fondo listado en bolsa (ETF) que agrupe a dichas compañías. Cualquier tipo de exposición al cobre, ya sea a través de contratos de futuros o de acciones de las productoras, debe formar parte de un portafolio de inversión diversificado en distintos tipos de activos, cuya composición debe de responder a nuestro perfil de inversionista, y al objetivo y plazo de nuestra inversión.

Escrito por: Tomás Silva, gerente de estrategias de inversiones SURA Inversiones.

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